domingo, 6 de mayo de 2007

Hamburguesas con sabor tercermundista



Nunca he sido amigo de la comida chatarra, pero ese día necesitaba comer lo que fuese. Debía dejar de lado mi devoción por la tierna cocina de mamá, de olores y sabores cariñosos, para reemplazarlos por una alegoría a las grasas saturadas, las calorías y un boleto seguro en la Unidad Coronaria Móvil cuando bordease el medio siglo de vida. Es que tanto mis amigos como yo, guerreros incansables y defensores de las pocas cosas buenas que quedan en este satírico mundo –entre esas, la comida casera – renegamos de los cientos de locales de comida rápida que pululan por nuestro entorno, unas cadenas más pequeñas que otras, pero todas con un denominador común: Hacernos pensar que comemos coloridos manjares divinos – un maná de dioses – siendo que simplemente devoramos fecas envueltas en lindos colores plásticos.

En esa crisis de hambre –puesto que llevaba 2 días solo en casa, y mi mimada crianza no me había dado la capacidad de hacer la magia que mi vieja hace con una olla, un par de papas, un pedazo de carne y mucho amor- opté por lisa y llanamente renunciar a mis principios primales, y dirigirme a la principal cadena de comida rápida de mi pueblo, una transnacional dirigida por un payaso de peluca roja, querida y venerada por todos, pero de la cual se comentaban las cosas más turbias de este planeta. Señoras y señores, los arcos dorados de “Mierdonald´s” me esperaban.

Sin pensar mucho, entré a dicho local, que más que restorán parecía un circo freak, con payasos hipercafeinados corriendo de un lado a otro, y cientos de niños gritándole a sus papás que le comprasen la “Mierdita Feliz”, para encontrarse con el último juguete que venía con sus chorreantes hamburguesas. Es que esa gente, que poco o nada saben como funciona realmente la cadena de locales de comida rápida de “Ronald Mierdonald” (su imagen corporativa) juran que la imagen que esta empresa proyecta al mundo entero es realmente correspondiente con la identidad que en verdad tiene. Si bien “Mierdonald´s” ha sabido invertir estratégicamente en apuntar a un público objetivo puntual –los pequeñines- y también ha generado con su llegada a cada pueblo la apertura de mayores plazas de trabajo y un aporte a la activación económica de estos (cosa que sea como sea, se le agradece) no muestra su real faz, ocultando tras ese payaso bonachón a una maquinaria siniestra y alineada con todo un grupúsculo de sombríos poderosos que sólo quieren dominar el mundo y hacer de nosotros una manada de tristes ovejas…si es que ya no las somos.

Mientras respetuosamente hacía fila, mi confusa mente divagaba en torno a la imagen corporativa de esta empresa, enfrentándola con su real identidad, y como esta ha sido maquiavélica pero genialmente ocultada por los cerebros pensantes de dicha transnacional. Evidentemente, aquí no existía correspondencia entre lo uno y lo otro, y la gente poco o nada sabía de ello. Es que por lo anteriormente mencionado, el malvado payaso de “Mierdonald´s” se había ganado un lugar en el grisáceo corazón de mi pueblo, al punto tal de que hace un par de años atrás, cuando se puso en duda la real salubridad, el origen de las hamburguesas y las condiciones de trabajo en que se desempeñaban sus empleados, el alcalde de mi pueblo y el inspector de salud fueron a comerse una hamburguesa al local, a la vista de cientos de fotógrafos y periodistas. Dato anexo: las hamburguesas que comieron fueron dos “Cuarto de Mierda” (algo así como una hamburguesa doble).

Mis intrascendentes reflexiones se vieron interrumpidas por un pequeño niño, quien desde atrás me golpea mi glúteo izquierdo y me dice “¿Caballero se puede apurar? Me quiero comer mi Mierdita Feliz con papas fritas y bebida y llevarme la figurita de Musul-Man (el superhéroe del momento) para mi casa”.

Fue ahí cuando mi fuego idealista ardió más fuerte que nunca. Debía mostrarle a ese niño como realmente se hacían esas hamburguesas. “Disculpa chiquillo” le dije “¿No te llama la atención de que en el mesón de atención al público no haya nadie, y sólo haya un agujero desde donde salen unas manos pequeñas, negritas y encadenadas que te entregan la comida?”. Su rostro de curiosidad me hizo deducir inmediatamente que su respuesta era “No”. Fue entonces, como en ese preciso instante, agarré de su chillón chaleco a ese enano demoníaco, y lo llevé hacia la oculta cocina de “Mierdonald´s”.

Bote la puerta de una gran patada (puesto que estaba con candado). La escena era dantesca (ni siquiera las fotos que había bajado del “Poogle” eran tan chocantes como ver eso en vivo y en directo). Agarré con furia la cabeza de ese niño y dirigí su mirada hacia la cocina “¿¡Vei chiquillo vei!?” le dije con mi furia contestataria, mientras el niño lloraba al ver a una docena de niñitos de algún país africano, todos cubiertos de paupérrimo taparrabos, inmundos en tierra y encadenados al suelo. Dos de ellos, asaban en una parrilla gigante lo que parecían ser fecas humanas, aplastándolas con una espátula y dándoles la característica forma de una hamburguesa. “¡Ves pequeñín, ese mundo de colores y sabor del que te cuenta Ronald Mierdonald simplemente no es así, esta es la triste realidad!” “Y que no venga el idiota de tu padre a decirte que eso da lo mismo, porque la empresa le da trabajo a la gente y hace labores filantrópicas. El atropello a los derechos humanos y a la dignidad no tienen excusa!”

El niño no aguanto más, y tuvo que morder mi mano para que yo lo soltase y este saliese corriendo despavorido. Sus lagrimas habían mojado mi mano, la cual estaba temblorosa, al igual que mi cuerpo, en cual también se movía al son de una agitada respiración. A pesar de esto, me sentía internamente satisfecho. Había cumplido con contarle –no de la mejor manera – a una persona sobre la verdad de muchas de las empresas de nuestro mundo. Como lo que nos cuentan no tiene nada que ver con lo que realmente son, o lo que es peor, lo que a veces nosotros mismos pensamos de ellas.

Tras eso, me acorde de mi hambre…

“Mejor me voy a comer al Vomitón” me dije a mi mismo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jaja.. esta buenaso.. aunque para organizacional es "musho".. ojala que no te saques un uno.

=)

Anónimo dijo...

Y eso que no has hido a Ke Chucha Frien en Kentuky...

Na' como el pan con palta

Saludos.