domingo, 11 de marzo de 2007

Sociología Looneytunesiana, volumen I: WILE E. COYOTE: LUCHADOR, EJEMPLO, MESÍAS.




El desierto de Arizona. Uno de los parajes más áridos e inhóspitos de la Tierra. Un lugar donde el agua es casi un mito fabuloso, y la vida se convierte en el más monumental de los desafíos. Un lugar en el que la sobrevivencia no es determinada solamente por elementos físico – biológicos, sino también a partir del ingenio y el espíritu de lucha que algo o alguien pueda tener. Así es amigos, porque a pesar de no haber comido jamás durante todos los putos años que estuvo ahí (al menos la parte que nos muestra la serie) nuestro corajudo amigo, El Coyote, logró hacer de esos parajes su hábitat natural.

Terminada la serie (en 1963) la vida de este desgraciado animal mejoró. Se le vió compartiendo roles con Bugs Bunny y otros (ustedes cachan que de por si trabajar con el te hacia ganar más plaplipla) e incluso estuvo dando clases en la Academia de los Tiny Toons. Una vida de experiencia y sacadas de chucha al servicio de las nuevas generaciones.

Pero lo que hoy me motiva a escribirles no es lo anterior. No es contarles sobre los años de bonanza que hoy vive el Coyote, ya jubilado. Lo mío es reflexionar acerca de sus años de gloria, esos que lo hicieron un alma luchadora, un ejemplo de superación para todos, y un personaje determinante en la historia del la cultura popular del siglo pasado, eso si, a punta de errores, metidas de pata y mucha, pero mucha mala cuea.

La historia del Coyote y su eterna obsesión, el Correcaminos, comienza en 1949, por obra y gracia de uno de los guionistas y dibujantes de animación más importantes de la historia: Chuck Jones. Inspirándose en un libro de Mark Twain, Jones decide crear una serie con un argumento groseramente simple – un coyote cagado de hambre que quiere cazar a su presa – pero con una forma, un estilo, y un trasfondo existencial que ya se quisieran Paulo Cohelo, Carlos Cuauhtémoc Blanco y todos ese ejército de escritores de mierda que se llenan los bolsillos de plata a punta de discursos acerca de lo jodida que esta nuestra existencia.

Es que a diferencia de los anteriormente nombrados –a quienes tuve que leer en mi época de colegial, para mi desgracia- Wile E. Coyote (su nombre completo) no nos llena la cabeza con palabras lindas rebuscadas, discursos empalagosamente moralistas, ni weás como “Los 3 pilares fundamentales del amor” (sacado de “Juventud en Éxtasis” de Carlos Cuauhtémoc Blanco). Lo suyo es la lógica del eterno y aparente fracasado no asumido, ese que no da su brazo a torcer bajo ningún pretexto, y que puede pasarse años de años enfocado en lograr un objetivo. ¿Locura obsesiva? Ciertamente lo es, pero también constituye un ejemplo de lucha por alcanzar lo que uno desea. No por nada fueron 26 años en medio de la nada, esperando y esperando por lograr ese momento mágico: Pescar del cogote al Correcaminos, y darle la más orgásmica de las mascadas, saciando así su espera de años por tan preciado maná.

Ahora bien, que ese momento no haya llegado jamás es cuento aparte (o si llego? Ojo con eso). Para lograr su cometido, el incansable Coyote depositaba su confianza en una marca: ACME. Esta transnacional surtía a nuestro amigo de todo tipo de aparatos y artilugios, o bien, de bizarras herramientas, las cuales el Coyote utilizaba, para su desgracia, con resultados de mierda.

Para la muestra, un botón:

Durante años, nuestro incansable amigo lo intentó con todo: Catapultas romanas, rocas deshidratadas, camas elásticas, trampas para tigres de Birmania, patines de propulsión a chorro, gatos salvajes, trajes de murciélago, globos aerostáticos, robots a control remoto, boomerangs australianos, máquinas para hacer nieve, pistolas desintegradoras, pinturas invisibles, bombas de humo y muchísimos otros “gadgets”, todos los cuales, o bien venían con fallas de fabrica, o se topaban con un Coyote en el peor de sus días, con la mala cuea a full, el cual terminaba en el fondo del precipicio, o bien mutilado por explosiones y aplastamientos varios.

Pero su espíritu de lucha no ceso. Si bien años después –nada de tonto- demandaría a la compañía a la cual le entregó su vida y mucho pero mucho dinero de su bolsillo (mandar weás así por correo, y al desierto más encima, no debe salir nada de barato pues niños), la llama de su sueño y lucha jamás se apagó, convirtiéndose así – quizás inconscientemente- en un gran ejemplo para toda la manga de weones flojos que vemos y nos reímos de sus desgracias sentados en nuestros sillones, mientras nos conformamos con vidas moldeadas a priori por un sistema político, social y económico de faz amigable y auspiciosa, pero de sedantes y siniestras intenciones. Junto con el ingenio de un Da Vinci, el Coyote también tenia el espíritu de un Ernesto Guevara.

Es que el Coyote no es la weá de persona que nosotros somos: El no se conformaba con el efecto chorreo, ni con los dividendos económicos que nos puede dar un sistema de gobierno aparentemente estable. No señores, el no se conformaba con ser como un deudor habitacional, que vocifera a rajatabla esperando que un gobierno inconscientemente (y quizás, negativamente) paternalista le solucionara la vida. Coyote era sinónimo de iniciativa pura, de una capacidad de liderazgo no aprovechada, además de ser un tipo con más ingenio y capacidad de improvisación que el propio Mc Gyver.

El señor Wile E. Coyote se transformó lentamente en un metafísico, un genio renacentista, un experimentador. Probó con las bondades de la química, la exactitud de la física cuántica y el ingenio del arte. Pero nada de eso resultó. Su presa no era para el quizás. Ese era su karma, ese era su destino, del cual – para nuestra fortuna e inminente aprendizaje – el Coyote nunca se dió cuenta, pero con el cual nos dio una de las más valiosas lecciones de vida que la televisión haya mostrado.

Es en este punto donde debemos detenernos. Ciertamente, nuestras vidas tienen un “como”, un “por que” y un “para que”. Ese “para que” muchas veces está lejos de nuestra comprensión o nuestro conocimiento; Incluso, muchas veces parece ser el total opuesto a lo que consideramos para nuestras vidas – lo que añoramos o deseamos – pero puede ser visualizado perfectamente desde un mediano o largo plazo, y gracias al ejercicio de la memoria y el racconto emotivo. No se trata de conformismo, sino más bien de agradecimiento, de dar las gracias porque cada día nuestras acciones nos llevan a ser personas más experimentadas, más maduras y más enteras para enfrentar este bello pero complicado camino que es la vida.

Si creen que todo lo que dije en el párrafo anterior es la mas soberana de las pelotudeces, pregúntenle al Coyote como se siente hoy por hoy, desde la tribuna de su vida de viejo prócer jubilado. Pongo mis manos al fuego de que, si le ofreciesen nacer de nuevo, optaría por vivir tal cual lo hizo en la flor de su vida: Pobre, flaco, desgraciado y bufonesco; pero también ejemplar, luchador, incansable y con el alma llena de tesón.

Wile E. Coyote, el paradigma perfecto del guerrero hecho con lágrimas y con fe. El paradigma perfecto al que todos nosotros, miembros de una generación cada día más como las weas, deberíamos aspirar.

Eso es to- eso es to – eso es todo amigos!

Hasta la proxima!

PD:

- Hoy el Coyote está retirado del mundo de la televisión. Hace años vive en Santiago, y es víctima de demencia senil y esquizofrenia. Sus últimas intervenciones en actividades públicas las ha hecho tras bambalinas, convirtiéndose en el asesor comunicacional de Michelle Bachelet y quien le cagó la vida a Ivan Zamorano tras proponerle ser el rostro oficial de un “beneficioso cambio en el sistema de transporte publico capitalino que cambiaria la vida de millones y millones de chilenos”.

- Aqui les dejo un enlace para que vean una copia del documento que presentó el abogado de Wile E. Coyote para demandar a ACME…. Y acá va la respuesta de la empresa.

- Finalmente, a pedido de los fanáticos, en 1980 el Coyote tuvo su minuto de gloria. Atrapo al correcaminos. Velo aquí.

4 comentarios:

Eduardo dijo...

Ojo, me mandé un condorete.
Me traspapelé.

El escritor de "Juventud en Extasis" es Carlos Cuauhtemoc SANCHEZ...

Cuauthemoc BLANCO era un futbolistas de la seleccion mexicana, jajajaja

Cosas del fubol no?

Chao

Anónimo dijo...

Oye!. esta super bueno.. me entretuve demasiado leyendo..

jaja que chistoso.. me cae bien el coyote.

Humberto Enrique dijo...

Weno, weno, weno... y vos decís arrepentirte de la carrera que tai siguiendo... sale wn... patrañas pa hacerte el interesante. Se nota el puño en esto wn y si es que querías q te lo dijeran o no, pues aquí está dicho.

Dele con la pluma virtual que este blogero ya comete blogicidio. Saludos,

Beto

Anónimo dijo...

jajajajajajajajaja
me rei mucho con lo del coyote.
pobre a mi siempre me dio pena su situacion.
saludos
Lila