sábado, 17 de febrero de 2007

Apelando a lo ya hecho...

Mozalbetes infernales que leen esta extraña bitacora: Sucede que no ando con muchas ganas de escribir cosas nuevas...

O sea si, pero nada en una onda como para decir "oye que cuestion mas buena cabro. Esto va en el blog, fijo..."

Asi que como dice el titulo de hoy, apelo a lo ya hecho, y los dejo con un reportaje qe escribi hace un par de meses...

Eso.
Nos vemos pronto.
---------------------------------------

Atentos, porque el Gran Hermano nos observa

UN MAL CHISTE

Cuando una broma sana e inocente puede transformarse en un problemazo de proporciones internacionales


- ¿Aló? ¿Macías?

- Alo, sí. ¿Con quien hablo? ¿Guatón Pérez?

- Con quien más...

- ¡Que pasa poh Guillermo, tanto tiempo sin hablar hombre!

- ¿Que cuentas pelao, como va todo?

- Aquí bien, todo igual. ¿Y tu? ¡Como esta el inmigrante ilegal y terrorista número uno de Estados Unidos! ¿Y? ¿Terminaste la bomba o no? (risas)

- ¡Shhh, callate hueón, como se te ocurre decir eso!

- (risas) ¿Pero amigazo Guillermo para que se enoja? ¿Te sigo llamando Guillermo, o es que ya te cambiaste el nombre, a algo más chicano, como “Rony Suarez” para que no te agarren los de inmigración? (risas)

- Si estuviera en Chile, con una broma así ya te hubieses ido de combo en el hocico...

- (risas)

- A mi no me da risa...

- ¡Uyyyy! ¡Es niñita! ¡Es niñita!

- Chao.

- ¿Aló? Cortó. Parece que se enojó mi compadre.

Guillermo Pérez es uno de los mejores amigos del periodista que escribe este reportaje. Ambos fueron compañeros de colegio durante largos años. Estudiaban juntos, se iban de parranda juntos y compartían gran parte de sus vidas. Eso hasta diciembre del año 2000, cuando Pérez decide dejar con pena su vida en Chile, y radicarse en Nueva Jersey, Estados Unidos, lugar donde tenía una oportunidad laboral importante, para ganarse la vida preparando caballos de carrera. Haciendo gala de su nueva situación económica, “Guatón” se daba el lujo de llamar constantemente por teléfono a su amigo, para contarle acerca de sus peripecias en la tierra del Capitán América.

Todo fue miel sobre hojuelas (nótese, clásico desayuno yanqui, acompañado de tocino y jugo de naranja) hasta el 11 de septiembre de 2001. Tras los atentados en Washington y Nueva York, las llamadas se hicieron menos periódicas y más cortas. La última – aquella reproducida en el inicio- fue hace ya largos siete meses.

¿Que había pasado? ¿Pérez habrá tenido un mal día, o simplemente se sentía intimidado ante tal broma, influenciado por la atmósfera que desde ese entonces –y hasta el día de hoy- envuelve a gran parte de la población norteamericana, quienes se sienten constantemente observados y escuchados?

Si las cago, me avisas.

Meses después de los atentados al World Trade Center y al Pentágono, a principios de 2002, el Presidente de Estados Unidos, George W. Bush, firmó una orden que facultaba a organismos de inteligencia a tener acceso directo, ilimitado y sin control a todo tipo de red de comunicaciones norteamericanas a través de las “puertas ocultas” (forma secreta de tener acceso a los servicios en línea) de los sistemas de conmutación. Esta norma se sumaba a la firmada días después del 11 de septiembre, en donde se anulaban completamente todas aquellas disposiciones impuestas durante los años 70 –producto del escándalo de Watergate- las cuales restringían las actividades de espionaje de los servicios secretos en suelo estadounidense. Todo esto con el objeto de interceptar todas las comunicaciones – sin orden judicial- en busca de eventuales celular terroristas, como es el caso del obeso entrenador de caballos de carrera chileno residente en Nueva Jersey, quien llamó a su amigo del alma –otro terrorista demoníaco- que planeaba enviarle armas químicas desde su casa, en Viña del Mar, Chile.

¿Quién estaría a cargo de llevar a cabo esta tarea?, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA), encabezada hasta hace muy poco por el archicondecorado General de la Fuerza Aérea, Michael Hayden, el mismo que en 1999, en entrevista para CNN enfrentaría las criticas ante los posibles excesos en que se podría incurrir con tal violación a la privacidad: “Yo miro al pueblo estadounidense a los ojos y le aseguro que no los hay. Nosotros somos muy, pero muy cuidadosos. No corremos el menor riesgo con la Cuarta Enmienda de la Constitución, la cual garantiza la vida privada de las personas”. Pero aquellos eran otros tiempos. Como diría Michael Moore, en ese entonces “George doble u aun se encontraba en su casa en Texas, jugando golf”. Eran los tiempos del hiperventilado Bill Clinton.

Si bien durante la guerra de Vietnam y parte de los años 70 se realizaron actividades de espionaje interno en suelo estadounidense, para la investigadora de la Universidad de Stanford, California, Laura Donohue, lo de Bush y compañia va mucho más lejos, puesto que sienta las bases de un estado policial coercitivo y dictatorial: “Esto pone en peligro el principio legal, establecido en 1878 después de la Guerra de Secesión, según el cual no puede utilizarse al Ejército en suelo estadounidense en operaciones de policía al servicio del poder”.

Para seguir adornando el cuadro, el lunes 8 de mayo pasado Hayden dejaba su labor en la NSA, para asumir el cargo de director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), creando una ola de suspicacias sobre el porqué de su nombramiento y las posibles razones de la sorpresiva salida de su antecesor, Porter Goss. “Conoce la comunidad de inteligencia perfectamente", señaló escuetamente Bush frente a las críticas por la llegada de Hayden a la CIA.

A pesar de que Hayden se muestra como un tecnócrata alejado de la arena política, los analistas norteamericanos saben acerca de la simpatía que el general retirado tiene dentro de los “halcones” de la Casa Blanca – los más duros defensores de la idea de un ejecutivo todopoderoso en tiempos de guerra - encabezados por el vicepresidente Dick Cheney. "Tenemos que afrontar la posibilidad de que el nuevo jefe de la CIA considere legítimo el vigilar al pueblo estadounidense sin las garantías necesarias", señaló en entrevista a “The New York Times” el director del Centro Privado de Información Electrónica, Marc Rotenberg.

Como guinda de la torta, el escenario parlamentario de las últimas semanas en Estados Unidos nos muestra un eventual acuerdo entre republicanos y demócratas para la aprobación de una ley que formalice la intervención de las comunicaciones, a pesar de que existe oposición dentro del Congreso mismo –encabezada por el senador republicano Arlen Specter, presidente del Comité Judicial del Senado- al parecer el discurso de George W. Bush al respecto parece hacer mella de forma más efectiva: “Los terroristas van a hacer todo cuanto puedan por atacarnos y yo voy a seguir haciendo lo que esté dentro de mi capacidad legal para detenerlos".

Con todo lo anterior, da la impresión de que tanto el articulo 12 de la Declaración Universal de Derechos Humanos –la cual sentencia de que nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada- o lo que es mas curioso, la Cuarta Enmienda de la propia Constitución de Estados Unidos, pesen menos que un paquete de cabritas, o por decirlo de manera más norteamericana, un paquete de “pop corn”.

Pérez, el terrorista más buscado por Estados Unidos.

En su novela “1984” el escritor futurista George Orwell nos habla acerca de una sociedad controlada por un estado totalitario, en donde el “Gran Hermano” observa todos los pasos que cada persona hace a lo largo de su vida. En esta sociedad dictatorial, el concepto de la vida privada no existe, y ha sido reemplazado por una cultura basada en la paternalidad sofocante y la censura disfrazada, con un aparato estatal que no escatima gastos en mantener dicho status quo. Muy a la usanza de lo que hoy por hoy vemos en nuestra realidad.

Este accionar, se enmarcan dentro de un programa de inteligencia y espionaje estadounidense en constante crecimiento, con un presupuesto anual cercano a los 40 mil millones de dólares al año (superando incluso nuestro propio PIB anual), y que tiene, en gente como el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld –uno de los “halcones” más fuertes de la Casa Blanca- al propio Hayden, como sus principales referentes, y a la NSA como su principal herramienta.

Esta oficina, una de las más importantes dentro de las 16 agencias de servicios secretos que el gigante norteamericano posee, fue fundada el 4 de noviembre de 1952, en plena Guerra Fría. Fue este el lugar en donde se supo anticipadamente de los ataques en septiembre del 2001, y en donde curiosamente, nada se hizo por evitarlos. No deja de extrañar esto último, pensando que el presupuesto de la NSA es diez veces superior al de la CIA, que es el principal empleador de matemáticos en el mundo, y que posee los computadores más poderosos del orbe, los cuales procesan cerca de 2 mil millones de llamadas telefónicas diarias, filtrándolas a través de patrones de palabras tales como “bomba”, “arma” y miles de otras propias del léxico armamentista. Ahora se entiende el miedo del inocente Gordo Pérez.

Las dependencias de la NSA se encuentran a 15 kilómetros al noroeste de Washington, posee más de 18 mil estacionamientos, carretera y policía propias y un complejo central que cuadriplica al Capitolio. Hasta mediados de los 90, los habitantes de sus cercanías y el ciudadano norteamericano en general, había escuchado vagamente de la existencia de un complejo militar de tal magnitud, pero no se entusiasmaban por saber más acerca de el. Esta visión cambiaria radicalmente con la aparición de fenómenos mediáticos como “Los Archivos Secretos X” en donde la idea de las grandes conspiraciones llegarían al disco duro del estadounidense común y corriente. O sea, quien haya dicho que creadores como Oliver Stone y Tom Clancy están “rayando la papa”, deberían reprocesar sus dichos, y quizás pensarlos un poco antes de pronunciarse.

Al factor NSA se le suman el trabajo en conjunto con países como Gran Bretaña, Canadá, Australia y otros, en la llamada Red Echelon, una red planetaria de estaciones de antenas y de 120 satélites espías que dirigen sus enormes orejas hacia todo el mundo, incluidos ellos mismos. El reconocimiento oficial de la existencia de dicho organismo vino por parte del Parlamento Europeo a principios de 2001, pero la revelación de sus características venía de mucho antes. Jeffrey Richelson, un investigador de la Universidad George Washington de EEUU que durante años se dedicó a investigar la existencia de dicha red, y que obligó al Parlamento Europeo a pronunciarse al respecto, investigó durante años documentos oficiales extraídos de la NSA. En varios de ellos, la palabra “Echelon” se repetía constantemente, así como también menciones a diversas antenas y dependencias ubicadas en varias partes del mundo, tales como Puerto Rico, Virginia y otros. La indignación de gran parte de la comunidad fue evidente y entendible.

Nótese: Si usted es de esas personas que gustan de llamar a fonos eróticos –tipo “la enfermera hot”- debido a la privacidad y placer que poseen, no esta demás dejar esa práctica, no solo por un tema de dinero, sino además porque, en una de esas, la persona menos indicada la puede estar escuchando.

Mamá, mi pollo tiene un microchip

En “Un mundo feliz”, otra de las novelas fundamentales en la historia de la literatura futurista, su autor, Aldous Huxley, relata una serie de formas de como el estado mundial totalitario ejerce su subterráneo poder. Este no es llevado a cabo a través de grandes fuerzas militares o policiales, sino más bien por medio de estrategias que incluyen desde la manipulación genética hasta la intervención de las comunicaciones humanas, como en este caso. Una red de espionaje interno, tales como la NASA y Echelon, ya son insinuadas en la novela de Huxley, la cual data de 1932, así como también el uso de nanotecnología para detectar el accionar de cada individuo. Esto actualmente ya es una realidad, debido al trabajo realizado por empresas como Applied Digital (www.adsx.com) y se aplica de forma explícita o implícita en nuestro diario vivir, por ejemplo, a través de la producción de vehículos y telefonía celular con tecnología GPS -Global Position System- ofreciéndonos las ventajas de poder dejar en claro nuestra ubicación, pero al mismo tiempo, vulnerando nuestra privacidad en su raíz misma. Dicho sea de paso, durante su infancia, el periodista que escribió este reportaje siempre insistió en que las usuales piedritas que muchas veces vienen dentro de los pollos envasados, eran microchips de detección. ¿Simple locura, o la visión más veraz de todas?.

Cuando acuñó su célebre concepto de la “Aldea Global”, el destacado intelectual canadiense Marshall Mac Luhan quizás no visualizó las reales implicancias que esta realidad puede tener para el individuo como tal. En esta aldea, la persona se sitúa dentro de un contexto político, social y cultural en donde la privacidad –concepto que ha sido la la piedra de inicio para amplios debates de todo tipo- pareciera ser mas cada día más frágil, y su manipulación y total violación se muestra como una de las principales armas de las dictaduras modernas (disfrazadas de tecnocracias) a la hora de controlar a la población.

¿Se es mas libre cuando se navega por Internet y se hablo con amigos por msn? ¿Cuan beneficioso para nosotros, como individuos, es el poder usar un enano celular y así sentirse conectados al mundo? ¿Cuál es la real barrera entre mi mundo privado y aquello que otros deben o quieren saber?

La próxima vez que Guillermo Pérez llame a su amigo por teléfono, el autor de este reportaje, este sin duda pensará en pedirle disculpas y conversar al respecto. Eso, si es que existe aquella próxima vez, y el pobre Gordo Pérez no se encuentra de vacaciones en Guantánamo.










No hay comentarios.: